PD: esta casi toda la materia,, falta no ma lo de argumentacion pero eso ta en las guias asi q no hay pa q!, tampoco lo del contexto de produccion/recepcion,, para eso existe wikipedia ---------PD2:(de hecho too el resto de la materia esta en las guias)
PD3: no entra el discurso dialogico1!!
Estructura del discurso argumentativo
1. Introducción: se presenta el tema y se expone la opinión o tesis que se va a defender
2. Desarrollo: se explican los argumentos que justifican la tesis que se defiende y generalmente se rebaten argumentos de la parte contraria (contraargumentos)
3. Conclusión: resume la idea central del texto y en ocasiones incluye una propuesta de acción (qué hacer)
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EL SIGLO DE ORO Y WEAS VARIAS
Por Siglo de Oro se entiende la época clásica o de apogeo de la cultura española, esencialmente el Renacimiento del siglo XVI y el Barroco del siglo XVII. Ciñéndose a fechas concretas de acontecimientos clave, dicho período abarcaría desde la publicación de la Gramática castellana de Antonio de Nebrija (1492) hasta la muerte de Calderón (1681). El punto más alto de este apogeo se encuentra en la obra de Miguel de Cervantes y Lope de Vega.
La elección de 1492 no es casual: en ese año termina el poder político musulmán en la Península con la conquista del Reino de Granada, aunque una minoría morisca seguirá siendo tolerada en Castilla, Aragón y Andalucía hasta el reinado de Felipe III; por otra parte se expulsa a los judíos que no se cristianizan y éstos fundan colonias hispanas por toda Europa, Asia y Norte de África, donde siguen cultivando su lengua y escribiendo literatura en castellano y produciendo figuras notables, como el economista y escritor José Penso de la Vega; el afán guerrero fraguado a partir de siglos de Reconquista medieval desborda el cauce peninsular y se proyecta sobre la América recién descubierta y Europa en lo que el prestigioso historiador francés Pierre Vilar calificaría como "la gesta más extraordinaria de la historia de la Humanidad".
A finales del siglo XVIII la expresión «Siglo de Oro», con la que Lope de Vega aludía al suyo y que suscitaba la admiración de Don Quijote en su famoso discurso sobre la Edad de Oro, ya se había popularizado y en el siglo XIX la terminó de consagrar el hispanista norteamericano George Ticknor en su Historia de la literatura española, aludiendo al famoso mito de la Teogonía de Hesíodo en que hubo una serie de edades de hombres de distintos metales cada vez más degradados.
Fue un periodo de gran florecimiento político y económico en España, que alcanzó un gran renombre y prestigio internacional; durante esta época todo lo «nuevo» en Europa venía de España y era imitado con gusto y aplicación; se puso de moda saber la lengua española. Se desarrollan en especial la literatura, las artes plásticas y la música. En el terreno de las humanidades la erudición fue extensa y en el terreno científico hubo avances importantes en Lingüística (Francisco Sánchez de las Brozas y su Minerva), Geografía, Cartografía, Antropología y Ciencias naturales (Botánica, Mineralogía etc.), como consecuencia del descubrimiento de América. Hubo también figuras eminentes en Matemáticas (Sebastián Izquierdo, Juan Caramuel, Pedro Nunes, Omerique, Pedro Ciruelo, Juan de Rojas y Sarmiento, Rodrigo Zamorano), Física, Medicina, Farmacología (Andrés Laguna), Psicología (Juan Luis Vives, Juan Huarte de San Juan) y Filosofía (Francisco Suárez). Igualmente se desarrollaron, a causa del gran impacto que tuvieron los descubrimientos de nuevos pueblos, el derecho natural y el derecho de gentes, con figuras como Bartolomé de las Casas, influyente precursor de los derechos humanos y defensor del iusnaturalismo en su De regia potestate, o Francisco de Vitoria.
El Siglo de Oro abarca dos periodos estéticos, que corresponden al Renacimiento del siglo XVI (reinados de Fernando el Católico, Carlos I y Felipe II), y al Barroco del siglo XVII (reinados de Felipe III, Felipe IV y Carlos II). El eje de estas dos épocas o fases puede ponerse en el Concilio de Trento y la reacción contrarreformista.
En el aspecto Poético
España experimentó una gran ola de italianismo que invadió la literatura y las artes plásticas durante el siglo XVI y que es uno de los rasgos de identidad del Renacimiento: Garcilaso de la Vega, Juan Boscán y Diego Hurtado de Mendoza introdujeron el verso endecasílabo italiano y el estrofismo y los temas del Petrarquismo; Boscán escribió el manifiesto de la nueva escuela en la Epístola a la duquesa de Soma y tradujo El cortesano de Baltasar de Castiglione en perfecta prosa castellana; contra estos se levantaron nacionalistas como Cristóbal de Castillejo o Fray Ambrosio Montesino, partidarios del octosílabo y de las coplas castellanas, pero igualmente renacentistas. En la segunda mitad del siglo XVI ambas tendencias coexistieron y se desarrolló la ascética y la mística, alcanzándose cumbres como las que representan San Juan de la Cruz, Santa Teresa y Fray Luis de León; el petrarquismo siguió siendo cultivado por autores como Fernando de Herrera, y un grupo de jóvenes nuevos autores comenzó a desarrollar un Romancero nuevo, a veces de tema morisco: Lope de Vega, Luis de Góngora y Miguel de Cervantes; el mejor poema de épica culta en español fue compuesto en esta época por Alonso de Ercilla, La Araucana, que narra la conquista de Chile por los españoles, y entre las figuras excepcionales de la lírica figuran poetas tan interesantes como Francisco de Aldana, al lado de figuras como Andrés Fernández de Andrada, los hermanos Bartolomé y Lupercio Leonardo de Argensola, Francisco de Rioja, Rodrigo Caro, Baltasar del Alcázar o Bernardo de Balbuena.
Posteriormente, durante el siglo XVII, la expresión literaria fue dominada por los movimientos estéticos del Conceptismo y del Culteranismo, expresado el primero en la poesía de Francisco de Quevedo y el segundo en la lírica de Luis de Góngora. El conceptismo se distinguía por la complejidad de las ideas, expresada sobre todo en paradojas y elipsis. El culturanismo se distinguía por la complejidad sintáctica, sobre todo por el uso constante del hipérbaton, que hace de muy difícil la lectura, y por la profusión de los elementos ornamentales y culturalistas en el poema, que debía descifrarse como un enigma. Ambos parecen sin embargo las caras de una misma moneda que intentaba aquilatar la expresión para hacerla más difícil y cortesana. Luis de Góngora atrajo a su estilo a poetas importantes de personalidad muy acusada, como el Conde de Villamediana, Gabriel Bocángel, sor Juana Inés de la Cruz o Juan de Jáuregui, mientras que el conceptismo tuvo a seguidores más templados, como el Conde de Salinas o imbuidos de un culto casticismo, como Lope de Vega o Bernardino de Rebolledo.
Gutiérrez de Cetina
Nació en Sevilla hacia el 1520, aunque algunos historiadores (don Narciso Alonso de Cortés, por ejemplo) datan esta fecha hacia el 1510, en una familia noble y bien acomodada. Fue el primer hijo del matrimonio de Beltrán de Cetina y Francisca del Castillo, el cual tuvo cinco hijas y dos varones más, además de Gutiérrez. De los nueve hermanos, sólo tres se pusieron el apellido de Cetina: Gutiérrez, Beltrán y Leonor; por aquella época el uso de los apellidos era de manera caprichosa, por lo que no era obligatorio utilizarlos siempre de la misma forma. Su hermano Mencía utilizó el de la abuela paterna, Mencía de Alcocer, y los restantes el del Castillo.
Cuando era joven, utilizó el sobrenombre de Vandalio y cantó amores a una dama sevillana no identificada, a la que llama Dórida. Hacia 1537 se trasladó a Valladolid, donde residía el emperador Carlos V, y allá se enamoró de una dama a la que llamaba bajo el nombre de Amarillida. En 1538 llegó a Italia, como militar a las órdenes del virrey de Sicilia, don Fernando Gonzaga, y participó con él en la fracasada expedición contra Argel en el año 1541, junto a Hernán Cortés. Participó también en aventuras guerreras en Alemania, Bélgica y Francia. Hacia 1545 se volvió a enamorar; esta vez de la joven condesa Laura Gonzaga, la cual contrajo matrimonio, poco años después, con Juan Francisco Trivulcio. Algunos historiadores comentan que el infortunio de este amor le inspiró el famoso madrigal del cual fue autor. En prosa escribió un humorístico "Diálogo entre la cabeza y la gorra".
En 1546 retornó a Sevilla. Escribió la comedia "La bondad divina". Se cree que partió hacia México hacia el año 1547, acompañando al Procurador General de la Nueva España, Gonzalo López, el cual estaba casado con Antonia del Castillo, hermana de la madre del poeta. Se supone que en 1535 volvió transitoriamente a España, para luego retornar de nuevo a México. Entre sus amigos predilectos estaban personajes como don Diego Hurtado de Mendoza, el príncipe Ascoli, la princesa Molfeta, Jorge de Montemayor, Jerónimo de Urrera y la condesa Laura Gonzaga Pero. Fue allí donde hipotéticamente encontró la muerte. En Puebla de los Ángeles, el 1º de abril de 1554, fue gravemente herido por Hernando de Nava al pie de las ventanas de doña Leonor de Osma. Recibió dos cuchilladas en la cara, aunque se dice que lo que realmente pudo provocarle la muerte fue la septicemia que le produjo el lodo donde cayó herido, o el proceso de curación que le instauraron los médico de allá, a base de estopas y huevos, sin coser siquiera las heridas. Hay diversas teorías sobre este suceso: algunos historiadores hacen referencia a que las puñaladas fueron un lance de celos del amante de Leonor contra Gutiérrez, otros que fue un error y las puñaladas no estaban destinadas a Cetina, sino que Hernando de Nava lo confundió con su rival de amores, Francisco de Peralta. El proceso judicial consta en el Archivo General de Indias, de Sevilla, donde se reflejan todas las declaraciones al respecto, aunque no consta la fecha exacta de la muerte del poeta, que se supone hacia el 1557, con aproximadamente cuarenta años.
Cetina compuso cinco madrigales, doscientos cuarenta y cuatro sonetos, once canciones (todas amorosas), nueve estancias, diecisiete epístolas (en tercetos, de carácter autobiográficas, dirigidas a sus amigos), una sextina y una oda, y todos estos poemas fueron recogidas e impresas en Sevilla, en 1895, por don Joaquín Hazañas.
Fue considerado siempre el poeta del amor, yo, a mi modesto modo de entender, le añadiría algo más, lo llamaría el poeta de los ojos, porque ha sido el poeta que mejor ha tratado este tema en la poesía española; la mirada, el encanto del mirar, la forma, la luz de los ojos femeninos, el tiempo, la belleza de la mirada medida con palabras; poemas que una vez leídos, son difíciles, muy difíciles de olvidar.
Francisco de Quevedo
Análisis de su obra
Lo más original de la obra literaria de Quevedo radica en el estilo, adscribible al Conceptismo barroco y por lo tanto muy amigo de la concisión, de la elipsis y del cortesano juego de ingenio con las palabras mediante el abuso de la anfibología. Amante de la retórica, ensayó a veces un estilo oratorio lleno de simetrías, antítesis e isocola que lució más que nunca en su Marco Bruto. De léxico muy abundante, creó además muchos neologismos por derivación, composición y estereotipia y flexibilizó notablemente el mecanismo de la aposición especificativa en castellano ("clérigo cerbatana, zapatos galeones..."), mecanismo que los escritores barrocos posteriores imitaron de él. En su sátira se acerca a veces a la estética del expresionismo al degradar a las personas mediante la reificación o cosificación, y la animalización. Se ha señalado, además, como un rasgo característico de su verso, la esticomitía, esto es, la tendencia a transformar cada verso en una sentencia de sentido completo, lo cual hace a sus poemas muy densos de significado, como era prioritario en su poética, radicada en los principios del conceptismo barroco.
La mayor parte de la producción poética de Quevedo es satírica, pero como ya apercibió el abate José Marchena sus sátiras están mal dirigidas y, aunque consciente de las causas verdaderas de la decadencia general, es para él más un mero ejercicio de estilo que otra cosa y se vierte contra el bajo pueblo más que contra la nobleza, en lo cual no tuvo el atrevimiento de, por ejemplo, el otro gran satírico de su época, Juan de Tassis y Peralta, segundo Conde de Villamediana. Cultivó también una fina lírica cortesana realizando un cancionero petrarquista en temas, estilo y tópicos, prácticamente perfecto en técnica y fondo, en torno a la figura de Lisi, que no hay que identificar como se ha querido con ninguna dama concreta, sino con un arquetipo quintaesenciado de mujer. Destacan sobre todo sus sonetos metafísicos y sus salmos, donde se expone su más íntimo desconsuelo existencial. La visión que da su filosofía es profundamente pesimista y de rasgos preexistencialistas. El cauce preferido para la abundante vena satírica de que hizo gala es sobre todo el romance, pero también la letrilla ("Poderoso Caballero es don dinero"), vehículo de una crítica social a la que no se le esconden los motivos más profundos de la decadencia de España, y el soneto. Abominó de la estética del Culteranismo cuyo líder, Luis de Góngora, fue violentamente atacado por Quevedo en sátiras personales. Contra la pedantería y obscuridad que le imputaba se propuso también editar las obras de los poetas renacentistas Francisco de la Torre y Fray Luis de León.
La poesía amorosa de Quevedo, considerada la más importante del Siglo XVII, es la producción más paradójica del autor: misántropo y misógino, fue, sin embargo, el gran cantor del amor y de la mujer. Escribió numerosos poemas amorosos (se conservan más de doscientos), dedicados a varios nombres de mujer: Flora, Lisi, Jacinta, Filis, Aminta, Dora. Consideró el amor como un ideal inalcanzable, una lucha de contrarios, una paradoja dolorida y dolorosa, en donde el placer queda descartado.
Petrarquismo
Fundamentalmente los poetas del Petrarquismo se dedican a cultivar el soneto amoroso y a reunirlo en colecciones estructuradas como cancioneros petrarquistas, en forma de serie de poemas que documentan la historia sentimental de su amor por la dama en evolución desde lo sensual a lo espiritual por influjo de las teorías amorosas del platonismo, que sonsidera el amor como algo abstracto.
La influencia del Petrarca incluye tanto aspectos formales como temáticos. En los temas destaca el culto a la belleza, el protagonismo de la naturaleza (bucolismo) y del amor, de la mano del cual está la mujer como eje en torno al que gira la filosofía del amor petrarquista, a la manera del amor cortés.
Paul Eluard (pa lo del contexto de produccion)
Después de una infancia feliz, se vio afectado por la tuberculosis, lo que le obligó a interrumpir sus estudios. En Suiza, en el sanatorio de Davos conoció a Gala con la que se casó en 1917 y comenzó a escribir sus primeros poemas. En 1918, Jean Paulhan lo descubre y lo asistirá durante toda su vida. Le presentó a André Breton y Louis Aragon con el que mantendrá toda su vida una relación muy profunda y también conflictiva (siempre alrededor del comunismo). Entró en el grupo dadaista en Toulon. Su contribución al Dadaísmo comienza antes de la llegada de éste a Paris. Como Tristan Tzara estaba todavía en Zúrich, editaron conjuntamente 4 carteles, que difunden por la ciudad a 1000 ejemplares cada uno.
Decide, sobre todo, luchar con las palabras, en su poema Liberté 1942, surge el genio: transforma un poema de amor ligero y sublime en grito de protesta y compromiso que le obliga a entrar en la clandestinidad. Su palabra, aborda desde entonces, más radicalmente temas militantes y comprometidos en los que la extrema concisión formal les dota de un mayor impacto
Tras la muerte prematura de Nush, encuentra su último amor, Dominique, y le dedica su libro Le Phénix, transición entre el horror de la larga decadencia de Nush y el renacimiento por el amor de Dominique, en el cual los temas de la muerte, de la duda, de la desesperación se oponen frontalmente con la vida, el amor, la sensualidad y la carne.
Trabaja con dadaismo, surrealismo. Fuera ya del surrealismo, durante la Segunda Guerra Mundial se convierte en el cantor de la Resistencia y se compromete con la causa del comunismo soviético.
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